Un francesito peruano
Ayer escribía sobre nuestra visita a Vourles, a ese pequeño pueblo en el que ‘nacimos’ hace ya años, y sigue estando presente en cada una y cada uno de los viatores.
Avelino Martín y yo, además de la visita a nuestros orígenes, teníamos una motivación extra. En Vourles, con 91 años al caer, se encuentra ‘retirado’ Pedro Laur. De Pedro he hablado más de una vez en este blog, pero no me importa seguir haciéndolo. Y tampoco de Avelino, que aunque no pertenezca actualmente a nuestra comunidad, siempre será miembro honorífico después de todos los años que perteneció a ella, hasta que nos fuimos los dos al Perú, a Yungay de nuestros amores, y allí es donde conocimos a Pedro.
Hace seis años escribía sobre Pedro: ‘Pero ya sabes, Pedro: ‘cuando seas viejo te llevarán hasta donde no quieras’. Tuviste que dejar el Perú…’. Ya sé Pedro el costo personal que supuso para ti dejar el Perú después de más de cincuenta años, que se te hundió medio mundo, no sé si media vida; pero ahí en Vourles, junto a Luis Querbes, del que tanto escribiste y ‘predicaste’, sigues estando presente en el Perú en muchos corazones de las personas a las que quisiste y te quisieron, en la Costa desértica del Callao y de Collique y en la Selva de Iquitos. Y también sé que tu corazón ha dejado de ser enteramente rojo, que ha incorporando el blanco; ya casi es perfecto, el rojo y el blanco peruano, un corazón en el que cabe todo el Perú.
Me emocioné al saludarte, y más al ver que se te escapaba alguna lagrimilla cuando comentábamos nuestras andanzas peruanas. Ten por seguro que siempre serás una persona especial para nosotros y para tanta gente que te sigue queriendo.
Un gran beso y un gran brindis para ti y por ti.

FORMIDABLE. GRACIAS POR EL COMPARTIR. Pedro, un gran hombre. Saludos y abrazos desde Santiago. Benito Tremblay en el CLAC…😀
Que alegria poder ver a dos buenos amigos, saludos de la familia Viatorino de Yungay donde el proyecto del Padre Querbes continua.
Pedro Laur: te ves casi igual que hace 30 años cuando compartimos la tarea de echar a andar el Seminario Mayor de la selva. Guardo con mucho cariño la navaja que me regalaste. Saludos, abrazos y oraciones. Elías