Lo conocí el año 75, cuando ‘Ave’ era «Sancho el Fuerte» (ya sabéis que los profesores viven tres fases: Sancho el Fuerte, Sancho el Sabio y Sancho Panza), exigente y duro con los alumnos (entonces solo éramos chicos). Lo conocí mejor como compañero en San Viator de Vitoria-Gasteiz, profesor y secretario del Colegio. Y lo conocí mucho mejor cuando a primeros de 2001 embarcamos los dos al Perú, al Yungay de nuestros amores.

Con 66 años te embarcaste en la aventura peruana, dejando de lado la vida de  cómodo jubilado. Empezaste en la Sierra, en Yungay; seguiste en la Selva, en Tamshiyacu, donde dejaste medio tendón de aquiles y casi te traga el Amazonas.

Con 74 años volviste para cuidar a tu madre nonagenaria, a la que acompañabas todas las noches. Y una vez fallecida, ya con 77, has regresado de nuevo. Para lo que haga falta.

Avelino es viator religioso, hermano. Superior perpetuo, atento con sus hermanos y hermanas de comunidad, compañero alegre, detallista…, y también con genio pronto. ¿Quién ha dicho que para servir hace falta ser perfecto?

Que a tus 77 años sigas sirviendo a las y los collicanos en lo que te pidan (después de la Sierra y de la Selva, te faltaba el desierto de la Costa). Solo tienes un añito más que Francisco, ¿qué es eso? Y ya sabes lo que dice: «El verdadero poder es el servicio, sobre todo el servicio hacia los más débiles». Y de eso también hemos aprendido mucho; que nadie nace ‘sabido’. Un gran abrazo.