TERNURA

«No debemos tener miedo de la bondad, tampoco de la ternura» decía Francisco en su homilía de entronización. Y mi ‘símbolo’ de la ternura siempre ha sido «Mon père Manu». Sí, ya sé que hay y habrá mejores ‘representantes’ de la ternura en nuestro mundo, pero cada uno es sensible a lo que conoce de cerca, a quien conoce de cerca.

Manu

Manu es algo más joven que yo, nos conocemos desde hace muchos años, y siempre ha sido una de las personas a la que le he visto expresar de forma natural eso que a mí se me hace difícil, ternura. Manu es viator religioso, presbítero. Ha sido muchos años párroco de Nuestra Señora de Nazareth, una parroquia en la periferia de Bouaké, Costa de Marfil. Hace unos tres años tuvo que abandonar su querida África para atender a sus ancianos padres; pero estoy seguro que Costa de Marfil sigue en su corazón, ahí donde día a día se le irá haciendo presente. Y más que el país, su gente, sus niñas y niños, sus jóvenes, sus mamitas… Y sonreirá, con nostalgia, pero sonreirá; y se le enternecerá el corazón.

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