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  Dos aspectos que me hacen mirar a nuestro pasado con agradecimiento y esperanza: los pobres y los asociados

Yo conocí a los Clérigos de San Viator en 1945 en el Colegio San José que la Compañía anónima “Basconia” había creado en Basauri para los hijos de sus obreros. Era un colegio pobre pero lleno de simpatía, entusiasmo y alegría. También los religiosos eran pobres, vivían el Evangelio de un modo sencillo, cercano a la gente, amable, con dedicación total a su tarea y, a pesar de su pobreza, se mostraban siempre alegres. Es posible que por dentro también ellos, como humanos, tuvieran sus problemas pero, en mi caso, la felicidad y la alegría que mostraban fue lo que me indujo a intentar ser religioso como ellos. El Papa Francisco dice hablando de esto: “Frente al testimonio contagioso de alegría, serenidad, fecundidad, ante el testimonio de la ternura y del amor, de la caridad humilde, sin prepotencia, muchos sienten el deseo de venir y ver”.

Para saber quiénes eran estos religiosos tenemos que remontarnos a su fundador el P. Querbes. Él fue quien recibió la gracia de traducir el seguimiento de Jesús en un estilo de vida concreto, el viatoriano. Era un sacerdote de Lyon. En 1822 fue nombrado párroco de Vourles, un pueblo pequeño de las cercanías. Al llegar al pueblo constató la pobreza espiritual e intelectual en que vivía la gente tras los desórdenes de la revolución francesa. También él, como Jesús de Nazaret, se conmovió ante aquellas necesidades humanas y trató de solucionarlas. Había que catequizar y educar a los niños. Ante la imposibilidad de poder conseguir maestros cristianos y capacitados para ello, decidió formar él mismo a esos maestros que serían, en primer lugar catequistas y trabajarían en parroquias rurales, pobres como la suya, para “formar desde temprana edad en piedad y en letras a la juventud de la clase humilde” (Decreto de aprobación, 27 de septiembre de 1838). En los Estatutos de la Sociedad, Querbes escribe: “(El catequista) No perderá ocasión de evangelizar a Jesucristo, sobre todo entre los pobres”(art. 4). Del estudio de los documentos se deduce claramente que los destinatarios privilegiados de los hijos de Querbes son “sobre todo los jóvenes de la clase pobre” (Letras apostólicas, DQ 694A). En los pequeños pueblos que recibían a los Clérigos de San Viator, la gente era pobre y vivía austeramente. Los religiosos, según contaban en sus cartas, vivían pobremente como la gente del lugar. La entera Sociedad de Querbes era pobre.

José Antonio LezamaEl Vaticano II, al pedirnos actualizar nuestras constituciones nos hace recordar este importante aspecto de nuestra herencia carismática. La Constitución, editada en 1985, nos dice hablando de nuestros destinatarios: “… Además, por las llamadas incesantes de la Iglesia y del mundo, Cristo nos urge a hacernos presentes entre los abandonados de la sociedad“ (Const. Nº 9); y más adelante: “Para vivir las exigencias evangélicas, en la administración y en el uso de nuestros bienes temporales, debemos testificar desprendimiento de los bienes de este mundo y contribuir gustosos con nuestros recursos a remediar las necesidades de la Iglesia y de los pobres. Así tomaremos parte en la promoción de la justicia y daremos personal y colectivamente un testimonio de pobreza y de caridad”. (Const. Nº 39).

Otro aspecto de esperanza y agradecimiento al Señor es el de la asociación de laicos a participar de nuestra misión, nuestra vida espiritual y nuestra vida comunitaria. Querbes intentó hacerlo pero en su tiempo no era posible. Hoy esta posibilidad de insertar a laicos en nuestras filas, que nuestro fundador tanto amó, es una realidad y constituye una de las mayores riquezas que el Señor nos ha regalado en los últimos tiempos. Nuestra Constitución nos dice: “de acuerdo con una idea entrañable de nuestro Fundador, la Congregación acepta asociar otras personas que quieran participar de nuestra misión, de nuestra vida espiritual y de nuestra vida comunitaria”… (Const. Nº 5).

No debemos olvidar que el carisma es algo vivo, por consiguiente evoluciona. Nuestra fidelidad al Fundador no consistirá en quedarnos estáticos copiando minuciosamente lo que él hizo en su tiempo sino, examinando atentamente ante el Señor los signos de los tiempos actuales, debemos imaginar y hacer lo que nuestro fundador haría hoy. No podemos negar que los dos puntos citados son necesidades muy actuales para la Iglesia actual. Creo que en nuestra historia, los Viatores hemos sido fieles a estos dos aspectos esenciales de nuestra identidad: los pobres, desde siempre, y los laicos, desde nuestro “Aggiornamento” pedido por el Vaticano II. He aquí algunos detalles que lo confirman: Muchos de nuestros centros escolares se encuentran en medios pobres, se percibe una gran generosidad entre los clérigos de San Viator jubilados para dedicarse gratuitamente a los pobres en organismos que se consagran expresamente a ayudar a los abandonados de la Sociedad. Además, a la invitación del P. Léonard Audet, Superior general, en su circular Nº 9, de 1996, a Abrir nuevas fundaciones viatorianas, hubo una respuesta muy generosa por parte de las provincias, y todas las nuevas fundaciones se hicieron en países pobres. Algunas provincias supieron incluso desprenderse de elementos valiosísimos para asegurar el éxito de su nueva fundación. Éste es un buen motivo de esperanza y de agradecimiento al Señor.

Por otra parte, aunque el número de religiosos disminuya, el de los laicos viatorianos aumenta. Éstos son coherederos y corresponsables de nuestro carisma común. El carisma viatoriano sigue vivo y con deseos de vivir. Aquí tenemos otro motivo de esperanza y de agradecimiento al Señor. El carisma que Querbes nos legó es un don concedido por el Señor a toda la Iglesia, nosotros, religiosos y laicos viatores, somos los responsables de que el carisma siga vivo y vigoroso. Abramos ampliamente puertas y ventanas para dar espacio a ésta ráfaga de aire fresco que llega con los laicos a nuestras filas y acojámosla con el agradecimiento y la alegría de quien recibe un hermoso regalo de parte de Dios.

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2 respuestas a Viator Web 66 – José Antonio Lezama csv

  1. El optimismo vital que te acompaña, José Antonio, te hace creíble en todo lo que expones. El acceso, incorporación, el insertarse los laicos en las filas viatorianas es algo que siempre enriquecerá la obra de su fundador que si hubiera vivido ahora lo adaptaría a lo que tú tan «claramente» has expuesto ahora.
    Enhorabuena y que sigas acertando en tus análisis, que de la variedad surge la idea nueva.

  2. Una de las cosas que más me emociona fue, que al poco tiempo de estar en la vida consagrada, tuve el regalo de la pascua de mi querido padre, don Jorge Ahumada. En una época sin correo electrónico ni tanta instantaneidad recibí una carta, con sencillas palabras de acompañamiento y apoyo de parte de José Antonio, que las atesoro en lo profundo de mi corazón.

    Hoy fuera de la vida religiosa, pero viviendo la alegría del evangelio en Chile, le doy gracias a Dios por este relato de optimismo y alegría. La gracia del Espíritu Santo que inunda el carisma de Querbes y de la comunidad viatoriana.

    Dios los bendiga.

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