Cooperantes en Cutervo (Cajamarca – Perú)

JVC – SERSO San Viator – Fe y Alegría 69

Hace más de tres meses que llegamos al Perú; a un lugar desconocido y al otro lado de un océano que nos separaba del nuestro. Cargadas con maletas pesadas, sueños, anhelos, esperanzas y… para qué mentirnos, con nuestra propia mochila de prejuicios a cuestas.

Aquellas tres chicas, Irati, Naiara y Ania, nunca se hubiesen imaginado antes de subir al avión, que la experiencia y aventura más mágica y especial de sus vidas, acababa de comenzar.

Vinimos con algunos miedos; miedo a no ser de ayuda, a no ser aceptadas, a no conectar con  nuestras propias compañeras… El día de llegada fue intenso y pudimos vivir una gran mezcla de emociones, pero…, ninguna sabíamos lo que estaba por venir.

Los primeros días estuvimos algo desorientadas; en el colegio no estaba muy clara nuestra labor y tuvimos que dedicar un tiempo a programar nosotras mismas el proyecto que íbamos a realizar. Es cierto que al principio nos costó un poco entendernos y pulir el plan de trabajo. Hasta que por fin, pudimos comenzar. Como en la vida, nada sale tal y como estaba pensado. Por eso, con cierta flexibilidad, pudimos ir haciendo modificaciones a lo ya implantado.

Los comienzos supusieron un choque de realidad. Sabíamos que la educación sería diferente, pero no hasta qué este punto. Pasamos por la fase de frustración, pero juntas, y de la mano de nuestro coordinador supimos darle la vuelta.

En ciertas ocasiones se podía notar cómo algunas profesoras, en un inicio, pudieron sentirse intimidadas o molestas por nuestra presencia en su aula, pero todo fue empezarnos a conocer. Al igual que entre nosotras, antes de venir, tuvimos ciertos prejuicios, con las profesoras también. Y es que, poco a poco, descubrimos que son personas maravillosas, que hacen todo lo  que pueden y más con los recursos y circunstancias que las rodean.

Por eso creemos que, sobre todo, lo que hemos podido aprender ha sido a amar, comprender, reflexionar y aceptar. Saber que no estamos en nuestra realidad, sino en otra muy diferente, donde, aunque queramos, las cosas aquí y ahora no se pueden dar y solo podemos decir: “ah,  ya pué”.

Hemos creado un ejército de Valientes que expresan lo que sienten. No hemos callado frente a  la injusticia y nos hemos dado la mano con firmeza para transitar el camino juntas. Solo aquellos que son Valientes pueden mostrarse vulnerables y abrazar el corazón de otros.

En nuestro camino quedan personitas que nos han enseñado lo que era querer sin pedir nada a cambio. Personitas por las que levantarse todos los días con la ilusión de poder aprender de ellas y ellos, y enseñarles también algo. Sentir el corazón lleno.

No volvemos igual. Hemos aprendido y crecido tanto que se antoja complicado poder plasmarlo sobre papel en blanco. No hay palabras, se siente. Hemos desprendido serotonina por cada poro de nuestra piel, hemos amado con la intensidad con la que solo pueden hacerlo los corazones sin corazas, hemos inventado palabras para denominar a nuestra familia elegida (“urbi”), nos hemos cuidado sin juicios y respetado los tiempos… Solo queda dar gracias a la vida y recordar que, por mucha distancia que nos separe, el corazón no cambia de opinión. “Hay lugares donde uno se queda y lugares que se quedan en uno”.

Irati Iglesias, Ania Fdez de Montoya, Naiara Izaga
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