23 de abril, beatificación
El Estado los mató, desplegó toda su capacidad de poder destructivo hacia ellos, ahora tiene una deuda con sus familias y comunidades donde ejercían su liderazgo, quienes, con justa razón, reclaman verdad, justicia y reparación. Sin embargo, el pueblo mantuvo viva su memoria, nunca los olvidó, eran de los suyos; ahora son sus héroes, su referencia ética y fuente de inspiración para sus luchas y las conquistas de sus legítimas demandas.
Por eso, ahora la Iglesia los beatifica reconociendo la autenticidad de su martirio provocado por el odio a la fe, una fe adulta y madura que profesaron viviendo como discípulos misioneros de Jesús de Nazareth, hasta entregar su vida por el Reino.