Domund 2020

algo más, hermanas del buen socorro

No, pero sí, algo más, probablemente fe, pero también algo más. Os cuento mi experiencia.

No voy a hablar mal de las ONGD, sino todo lo contrario, porque yo trabajo en una de ellas, pero tengo que admitir que no es lo mismo, y las personas con las que vives se dan cuenta de ello. Ya he utilizado las dos palabras clave: trabajo y vivo. Una cosa es trabajar y otra vivir.

Por circunstancias de la vida, tuve la ocasión de vivir algo más de cuatro meses en Huacho, un Centro Poblado del Distrito de Quillo (provincia de Yungay, Ancash, Perú). Las hermanas del Buen Socorro nos acogieron como lo hacen siempre ellas, de maravilla.

Huacho, a unos 2.800 metros de altitud, en aquel tiempo a más de 5 horas de carro (combi o camión) de Casma y a más de 6 de Yungay; allí arriba, perdido en plena Cordillera Negra. Y allí, donde justo llegan las ONGD, y porque toca, allí, una comunidad de Hermanas. La ONGD llegaba, una charlita de una hora y media, porque en su programación así lo ponía, el cuatro por cuatro y a Casma. Y allí arriba, un día sí y otro también, las hermanas.

Y lo importante no es lo que hacían, que también hacían, sino que vivían, y acompañaban (en los momentos duros y en los gozosos), y caminaban juntas, y hasta entendían el quechua que no sabían, porque los ojos entienden todo y la sonrisa y los abrazos nos hermanan a todas y todos.

Y allí vivían, en una casa en la que las paredes no llegaban al techo, con un armario en la habitación en el que no cabría mi calzado, y con la puerta de casa abierta, desde que llegaban las mamitas al mercado a las cuatro de la mañana a coger un buen puesto y aporreaban la puerta hasta las tantas de la noche, horas en las que las penas afloran más fácilmente y necesitas a alguien a quien contarlas.

Y esto se hace por amor, y con amor, y con fe, porque el amor sin fe a veces se cansa; y la que ama también necesita sentirse amada por el que nos AMA.

Gracias, hermanas, porque estáis ahí donde nadie quiere ir; porque llegáis adonde no quieren (o no son capaces) de llegar las ongds, porque sois las manos y el corazón de nuestro Dios.

Y gracias, a ustedes, Hermanas del Buen Socorro, que sigan siempre dispuestas a seguir acogiendo a toda persona que llega a su casa; con amor, con fe.

Gracias, también, a Agustín de la Torre por la magnífica viñeta para este día del Domund.

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