COMENTARIO a la PALABRA DOMINICAL – Anjelmaria Ipiña

Vigesimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario

A pesar de todo, orar

El domingo pasado meditábamos sobre el pasaje evangélico de los diez leprosos. Fueron curados los diez, pero sólo uno volvió para dar gracias a Jesús. Un extranjero. Había pedido la sanación y, por su corazón agradecido, también se le regaló la salvación. Decíamos que para reconocer y agradecer el don de Dios hay que tener corazón de pobre, no ser autosuficiente, saberse necesitado.

Así es como se sentían las viudas en Israel. Por la situación extrema de debilidad en la que se encontraban era un colectivo condenado a la pobreza y la marginación. Marginación que llegaba hasta aquellos que estaban llamados a impartir justicia. No es que todos los jueces en Israel fuesen injustos, pero se nos propone un modelo: el de un hombre que ni temía a Dios ni le importaban las personas.

No es ingenuo, por lo menos para un cristiano, el binomio que se nos señala en el evangelio: temor a Dios-importancia del prójimo. La reverencia que tenemos con Dios es la que tenemos que tener con nuestro prójimo, de manera especial con aquellos prójimos más empobrecidos, porque es en ellos donde se nos revela de manera privilegiada el rostro de Dios.

Es curioso como esto que a veces nos cuesta tanto entenderlo, lo comprenden bien otras gentes que no comparten nuestra creencia religiosa y, sin embargo, piensan que llevamos dentro de nosotros un tesoro del que no somos del todo conscientes.

Ayer se presentaba oficialmente la campaña del Domund, cuya colecta se realizará el domingo próximo en esta capilla. La pregonera oficial de dicha campaña fue Pilar Rahola, conocida por su compromiso político. Fue una designación polémica, como no podía ser de otro modo, más cuando se hacen juicios desde cierta ignorancia. No le he seguido en su trayectoria política, sí en sus artículos de opinión cuando tenía que ver con lo religioso cristiano. Siempre he pensado que ojalá los cristianos, lo digo por mí, tuviéramos la confianza que tiene esta mujer agnóstica en Dios, y que habláramos de la Iglesia con la misma simpatía que lo hace ella. Os puedo asegurar que algunos artículos escritos sobre lo que aporta a la Humanidad la celebración de la pascua cristiana a mí me han llegado a emocionar.

Dejo dos perlas de su discurso de ayer que se han difundido por las redes sociales:

  • “No soy creyente, pero la misión de evangelizar es un servicio al ser humano”.

Me figuro que entre los oyentes de su discurso habría personas que pensarían que aquello era pura provocación: “No soy creyente”.

  • “Si Dios es el responsable de tal entrega de los misioneros, ¿cómo no querer que esté cerca de nosotros?

Una mujer no creyente que quiere que Dios esté cerca de nosotros. Una mujer que entiende que el Dios revelado en Jesús, es un Dios que está siempre a nuestro lado y a nuestro favor.

El Dios que se revela en Jesús, no es cualquier dios. El dios al que percibimos como causante de todas nuestras desgracias, el que nos va poniendo prueba tras prueba en la vida, para ver si renegamos de él, no es un dios digno de fe, y estará bien que reneguemos de él cuanto antes. Porque hay una imagen de dios que se identifica con un “dios maltratador”, y en nuestra sociedad, gracias a Dios, a los maltratadores se les pone una orden de alejamiento.

El Dios que se nos revela en Jesús es un Dios que está con nosotros en medio de las pruebas, que nos da ánimo y fuerza para seguir insistiendo ante la injusticia, personal y social.

Hoy se celebra el día mundial del Derecho a la Alimentación, que todavía no está asegurado para todas las personas que poblamos la Tierra. Mañana se celebrará en todo el mundo el Día Internacional para la erradicación de la pobreza. Son millones las personas las que se encuentran en situación de pobreza extrema, de manera especial en los países empobrecidos. Países que siendo ricos por sus gentes y por las riquezas naturales y las que hay en su subsuelo, son países empobrecidos, por la explotación de otros países y por corrupción interna.

Tendremos que participar de forma activa y, como la viuda del evangelio, de forma insistente para que se haga justicia. Lo tendremos que hacer con otras personas que, incluso sin compartir nuestra fe, quieren que nuestro mundo se parezca un poco más al mundo soñado por Dios.

Lo hacemos con las mediaciones políticas que están a nuestro alcance, y hoy están al alcance de nuestra mano hasta sin salir de casa. Pero también lo tenemos que hacer con la oración. Ayer se celebró un encuentro interreligioso de oración en nuestra diócesis. Los creyentes unidos en oración a favor de un mundo más justo.

Jesús insiste en que oremos sin desanimarnos. Jesús aparece como el gran orante en el evangelio de Lucas. No es raro que sea precisamente Lucas el evangelista que mejor nos revela el rostro misericordioso de Dios. La oración es un momento privilegiado para irnos configurando con el Dios en el que creemos.

Es verdad en que ocasiones puede decaer en nosotros el ánimo, que nos cansemos y bajemos los brazos, como le ocurre a Moisés en la primera lectura. Son los momentos en los que nos tendremos que apoyar en la ayuda que nos prestan los otros y la comunidad.

Hay momentos en que no le encontremos mucho sentido al orar por nosotros mismos. Es un buen momento para orar por otras personas que llevamos en la cabeza y en el corazón. Siempre se puede hacer con la conciencia de que rezar por el otro también me hace bien a mí. Hace muchos años le escuche lo que con mucha sabiduría le decía un religioso a otro: “Reza por mí, que buena falta te hace”. Orar, a pesar de todo.

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