Es más, aunque tenemos la misión como el elemento principal de nuestra vocación, (“somos para la misión” es una frase que hemos oído muchas veces), a uno le da la impresión de que hay un cierto “equívoco” teológico en ello. Acordando que nuestro dato primario de fe es el de ser Hijos de Dios (creo que admite pocas dudas). No parece que un padre-madre aprecie a sus hijos primariamente por lo que hacen, sino por lo que son. O más claro aún, una madre o un padre tienen hijos. No operarios. O dicho de otra manera, nuestra misión primera es construir -fomentar-, comunidad, como medio privilegiado de anuncio de Jesucristo y su Evangelio.