Nuestro pasado viatoriano, ¡cuántos motivos para dar gracias al Señor!
Un rápido recorrido de nuestra historia viatoriana 1831-2015 me lleva a descubrir excelentes motivos de acción de gracias al Señor respecto a nuestro pasado.
El Señor es, ante todo y sobre todo, quien nos dio a nuestro Fundador, el Padre Luis Querbes. Para todos nosotros y para la Iglesia, este regalo es una enorme gracia porque permitió el nacimiento de un nuevo carisma, fruto del Espíritu, en el seno del Pueblo de Dios. Ciertamente, el padre Querbes no pudo lograr en su momento su intuición inicial. Como señala su último biógrafo, nuestro hermano Robert Bonnafous, Querbes fue contrariado en muchos aspectos de su proyecto original. Sin embargo, contra viento y marea, él puso su fe y su confianza en sus superiores eclesiásticos para adaptarse a la visión de la Iglesia de su tiempo. El Vaticano II permitió que el ala que faltaba a su
Instituto, y que el fundador había deseado tanto, el grupo de catequistas laicos, pudiera nacer con la acogida de viatores asociados, según el artículo 5 de nuestra Constitución. ¡Gracias Señor por habernos dado tal fundador, bien anclado en su tiempo pero también portador de una inspiración vanguardista, reconocida oficialmente por la Iglesia 125 años más tarde!
No me parece pertinente mirar el pasado con una mirada nostálgica que nos impida apreciar, en su justo valor, la riqueza de lo que hemos vivido durante las últimas décadas. La nostalgia es casi siempre estéril, pero no el “orgullo humilde”. En esta perspectiva, debemos reconocer, como lo subrayó el Papa Francisco, que nuestro pasado tiene muchas realizaciones extraordinarias, incluso gloriosas, frutos de esfuerzos constantes realizados por “personas ordinarias “ que no dudaron en vivir a fondo la misión viatoriana en sus compromisos apostólicos, su vida comunitaria y su vida espiritual. Por esto también, ¡gracias Señor! En lugar de enumerar estas hermosas realizaciones, volvamos a leer nuestras publicaciones históricas y dejémonos edificar por las biografías de nuestros hermanos difuntos ¿Quiere esto decir que nuestro itinerario pasado no experimentó adversidades? Pensemos solamente en los problemas materiales que nuestra congregación naciente sufrió en tiempos del Padre Querbes, pensemos en las leyes francesas (Combes) 1903 que abolía los institutos religiosos y nacionalizaba sus bienes; pensemos en el colapso financiero que, en 1904, sufrió nuestra provincia religiosa canadiense; pensemos en la dispersión de los religiosos de la Provincia de Chicago durante la Gran Depresión económica de 1930 y la pérdida de nuestro prestigioso Colegio universitario de Bourbonnais.
¡Cuántos duros golpes! Y, sin embargo, de estas pesadas pruebas nacieron nuevos brotes y nuevas obras: Nuestra Provincia de España es un buen ejemplo, dando a su vez lugar a la de Chile y a la fundación de Bolivia. Los Clérigos de San Viator que experimentaron estas graves dificultades supieron demostrar una gran capacidad de recuperación del cuerpo entero, vigor espiritual nacido de la fe de que, en sí, eran negativos. ¡Gracias Señor por el coraje y el valor de nuestros predecesores!
Hablando en sentido estricto, nuestra congregación no fue fundada para ir a predicar a Cristo y su Evangelio entre los no cristianos en tierras de “misión”, excepto el sueño del Padre Querbes (sueño jamás realizado) de ir a “evangelizar a Jesucristo en Argelia”. Cuando aún vivía el fundador, hubo también un intento (abortado) en la India. Sin embargo, unos 70 años después de la muerte del padre Querbes, los Clérigos de San Viator aceptaron responder a la llamada de Pío XI en favor de Oriente (primero China, luego Japón y después Taiwán). Algo más tarde, se respondió positivamente a las peticiones de Pio XII en favor de África y América Latina: Costa de Marfil, Chile, Perú y Colombia.
En la década de los 60, Pablo VI nos llamó en favor de Haití, y la Provincia de Montreal aceptó el reto de sustituir rápidamente a los jesuitas expulsados del país. Casi en nuestros días, el Capítulo General de 1994 invitó a las provincias viatorianas a pensar en abrir una o más nuevas fundaciones. América Central y África han acogido a tres nuevas fundaciones viatorianas (Honduras, Belice y Burkina Faso) con la participación de las provincias de España, los Estados Unidos y Canadá. Tanto en estos últimos casos como en todos los demás desde la década de 1930, si nuestras diversas provincias hubieran tenido ojos solamente para sus propias necesidades internas, la existencia de estas fundaciones no
hubiera podido ser ni siquiera considerada. Por esta capacidad de nuestros superiores en dejarse interpelar, de manera a menudo inquietante, y por la disponibilidad de muchos religiosos interpelados por sus respectivos superiores para colaborar en estas diversas implantaciones en suelo extranjero, ¡Muchas gracias Señor!
Los últimos años nos han llevado a regresar a nuestra “esencia viatoriana”. Período de disminución numérica ciertamente. Pero también período de retorno a nuestros orígenes vitales, de purificación en nuestros motivos apostólicos, de renovación en nuestra vida espiritual y de mayor apertura en nuestra vida comunitaria. Yo creo sinceramente que necesitamos mucha fe para decir gracias al Señor también por esto, que sigue siendo totalmente compatible con el gozo del Evangelio predicado con un nuevo lenguaje por el papa Francisco. Desde esta punto de vista, teniendo al pasado como garante (aunque diferente) del futuro, nuestro pasado viatoriano merece ser mirado en su conjunto con un sentimiento de enorme y sincero agradecimiento hacia Aquel que nos ha colmado
de tantas gracias.