Pablo recuerda a Timoteo de dónde proviene su «fe pura»: la ha recibido del Espíritu Santo «a través de la mamá y de la abuela». «Son las mamás, las abuelas -afirmó el Papa- quienes transmiten la fe. Y añadió que «una cosa es transmitir la fe y otra es enseñar las cosas de la fe. La fe es un don. La fe no se puede estudiar. Se estudian las cosas de la fe, sí, para comprenderla mejor, pero con el estudio jamás tú llegas a la fe. La fe es un don del Espíritu Santo, es un regalo, que va más allá de toda preparación«. Y es un regalo que pasa a través del «hermoso trabajo de las mamás y de las abuelas.»
«Si nosotros no ponemos atención, cada día, en reavivar este regalo de Dios que es la fe, la fe se debilita, se diluye, termina por ser una cultura: ‘Sí, pero, sí, sí, soy cristiano, sí, sí…’, sólo una cultura….Pero tú, ¿cómo vives tu fe? Y ésta es la importancia de reavivar cada día este don, este regalo: de hacerlo vivo».