Vigesimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario
Palabra y compromiso
El evangelio de este domingo 29 del tiempo ordinario hay que situarlo en el contexto histórico en que Palestina era parte del Imperio romano. Por ser un pueblo sometido, Israel tenía que pagar impuestos a Roma. Las monedas del impuesto tenían la efigie del emperador, considerado y adorado como dios, lo cual era idolatría para los judíos. No debemos de olvidar que los primeros cristianos fueron acusados de ateos por negarse a dar culto al emperador.
Frente al pago de los impuestos había diferentes actitudes, defendidas por grupos contrapuestos:
Los saduceos y herodianos eran colaboracionistas, partidarios de pagar el impuesto al imperio.
Los fariseos consideraban moralmente ilícito el pago del impuesto, pero accedían a ello por fuerza mayor.
Los zelotas se oponían a todo lo que tuviese que ver con el poder invasor, al que combatían incluso con la lucha armada.
A Jesús le quieren comprometer, tienen que encontrar un motivo para poder acusarle, de lo que sea. Le piden que se defina por una opción. La respuesta de Jesús es inteligente y clara: «pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Esta frase se ha interpretado en ocasiones como que el cristianismo y el compromiso político fueran antagónicos, como si la fe fuera algo que ha de limitarse al ámbito del templo y de las sacristías, como si fuera algo estrictamente privado. Nada más lejos de la verdad. La fe se vive en el corazón, y afecta a lo más íntimo e individual, pero se realiza en la historia, con sus implicaciones políticas y sociales.
Lo estamos percibiendo estos días con la celebración del Sínodo sobre la familia. Ya está teniendo repercusión social. Hay expectación por saber cuál será el mensaje final: ¿qué será de aquellas personas que rehicieron sus vidas tras un primer fracaso matrimonial?, ¿la Iglesia será un recinto acogedor para las parejas homosexuales si se dan unas condiciones mínimas?, ¿qué se dirá sobre los métodos anticonceptivos?, ¿se darán orientaciones nuevas sobre la relación familia y sexualidad humana? Es un tema que no ha pasado desapercibido ni para los cristianos ni para los medios de comunicación, confesionales o no.
Nos decían los obispos vascos hace una veintena de años en una carta: “…la Iglesia no es sólo una comunidad que anuncia la salvación de Dios, sino un pueblo que continúa la acción salvadora de Jesús;…esto nos exige impulsar la evangelización como un servicio a la persona concreta… De ahí la necesidad de solidarizarnos y colaborar con otros hombres y mujeres en tareas humanizadoras, aportando la fuerza salvadora que encierra la fe”.
En el terreno político la actitud de la Iglesia, de cada uno de los creyentes, ha de ser de servicio. ¡Ojalá la política fuera una confrontación por quién sirve mejor, y no por quién puede o manda más!
Hemos de reconocer que una tentación, a la que ha sucumbido la Iglesia en más de una ocasión, ha sido la de confundirse con un poder político más, incluso queriendo ella misma ser el único poder político.
Cuando esto ha ocurrido, la Historia ahí está, ni la Iglesia ha sido más evangélica ni la sociedad ha estado más cercana a los valores del Reino de Dios.
La Iglesia no debe entrar en la confrontación ideológica de unos contra otros, haciendo lecturas parciales de la realidad. Tampoco puede hacer una opción partidaria concreta, porque ninguna de ellas abarca la totalidad del Evangelio.
Sí que tendrá que decir su palabra y aportar criterios que emanen del Evangelio, y no de estrategias calculadas de alianzas con el poder político establecido, ante diferentes coyunturas sociales o ante aquello que afecte a lo humano. Además de su palabra, la Iglesia, al igual que Jesús, también puede ofrecer su acción.