En Vourles – Josemari Legarreta

Vourles es un pueblo situado en una de las colinas suaves que rodean a la ciudad de Lyon, Francia. Hoy no se puede decir que es un pueblo pequeño. Los antiguos terrenos cubiertos de árboles frutales se han convertido en edificaciones cómodas y en chalets de cierto nivel de vida. Antiguas e interminables tapias que guardaban viviendas señoriales han sido derribadas y se abren a bosquecillos y jardines agradables y cuidados.

A este pueblo llegó nuestro Padre Fundador hace 190 años. Se encontró con templo en ruinas y con feligresía fría e incluso agresiva. La Revolución había zarandeado y endurecido muchos corazones.

Venía Luis Querbes de una potente y organizada parroquia de la capital. Aquí encontraba niños sin educadores ni catequistas, maestros improvisados y, a veces, nefastos, párroco en soledad y sin apoyo litúrgico. Los viatores nacimos de un sacerdote que se sentía así en su ministerio y que quería solución para situaciones muy parecidas en la diócesis. Aquel párroco se convirtió en Fundador. No se equivocó: fue agobiante la cantidad de peticiones que recibiría de otras parroquias. En tiempo record recibió las aprobaciones civiles y eclesiásticas en el Obispado de Lyon y en las Oficinas del Vaticano.

He vivido tres días intensos en este rincón viatoriano.

 El Cementerio de Vourles

Este 1 de septiembre se celebraba el 153 Aniversario de la muerte del P. Querbes. En el pasillo central se encuentra la tumba del P. Fundador, con una leyenda de reconocimiento y agradecimiento por los 37 años como párroco de esta comunidad. Destacan su celo incansable y su caridad inagotable.

En otras tres concesiones del terreno, se ha ido recogiendo a los viatores fallecidos en este más de siglo y medio de historia. Yo he tenido la suerte de conocer a todos los fallecidos en estos últimos 30 años. A muchos de ellos les levanto un altar en mi corazón.

En uno de los terrenos, se notaba bien dónde había sido inhumado el último fallecido: el P. Louis Chauffour. Falleció el 20 de agosto, con 98 años cumplidos en mayo. Era el viator más anciano. Una vida muy llena de servicio y apostolado. Durante casi 20 años dirigió la Revista El Ángel de la Guardia. Entre él y muchos suscritores se había creado una red de apoyo espiritual y humano. Y me cuentan que, ya retirado de la redacción, por las tardes, llevaba la comunión a enfermos y visitaba a reclusos en la cárcel.

 Homenaje y oración

Los 50 ó 60 viatores llegados a Vourles nos arremolinamos alrededor de la tumba del Fundador. Un texto, no muy largo, nos hace reflexionar sobre la fe y la confianza en Dios del P. Luis. Unas plegarias recogen nuestra situación y la de la Iglesia. Y el gesto lleno de piedad filial: el Superior general saliente, Mark Francis, y el recién elegido, Alain Ambeault, posan dos hermosos ramos de flores sobre la lápida de la tumba. Todos nos uníamos en este gesto tan significativo y familiar.

Eucaristía – Profesión de fe

El nuevo Superior general, Alain Ambeault, ha querido que el gesto de su entrada en funciones, como ya se hiciera en las últimas ocasiones, fuera en esta iglesia de Vourles, tan cargada de significado para los viatores. El Superior quiso que se plasmara la geografía de toda la Congregación con la presencia de los superiores o delegados de los distintos territorios. En la formación del nuevo Consejo general ha incluido religiosos de las Fundaciones, siendo notable el nombramiento de un haitiano, Harri Célestin, como Vicario general.

Una celebración a la vez solemne, densa y cercana. Los asistentes éramos de la Familia. En la homilía, Alain subrayó la «ruptura de fronteras» en la Congregación. Conocernos y reconocernos, compartir, todos coherederos y corresponsables. Con el apoyo mutuo, se logrará mejor la fidelidad. Lo más emocionante de la homilía fue la insistencia sobre la esperanza. Ella fue tan real y vital en la historia del P. Querbes: ponernos en manos de Dios. Dejar que Él obre milagro en nosotros. Que la esperanza nos avive a todos los viatores.

El Superior general y el Vicario pronunciaron y firmaron la Profesión de Fe. Todos escuchamos y aplaudimos llenos de emoción.

Vendría más tarde el brindis, la comida abundante y selecta, los regalos, los discursos cortos y los cantos. En estos mismos metros cuadrados del hoy «Colegio P. Querbes»,  y unos días antes de su muerte, el P. Fundador celebró su último cumpleaños (1859). Dios, Luis Querbes y nosotros veíamos que todo era muy bueno.

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