GUSTAVO GUTIÉRREZ, goian bego

Gustavo Gutiérrez Merino (1928-2024), dominico, es un ícono en la Iglesia latinoamericana del posconcilio. Nadie se equivocará si lo llama «Padre» de la Teología de la Liberación.

En una emotiva ceremonia de despedida, el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, celebró la misa de exequias en honor al padre Gustavo Gutiérrez, teólogo peruano y fundador de la Teología de la Liberación. La homilía estuvo marcada por profundas reflexiones sobre la vida y legado de quien fuera un defensor incansable de los pobres.

El Papa, en un mensaje grabado, resaltó la grandeza de Gutiérrez, reconociendo su capacidad de mantenerse firme en su misión cristiana, aún en medio de las dificultades. Estas palabras resonaron como un eco en la homilía del arzobispo Carlos Castillo, quien recordó los años de servicio de Gutiérrez, marcados por su compromiso con los más desfavorecidos. Él dijo: «Hoy pienso a Gustavo, Gustavo Gutiérrez, un grande, un hombre de Iglesia que supo estar callado cuando tenía que estar callado, supo sufrir cuando le tocó sufrir, supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica».

Castillo subrayó que ser cristiano, para Gustavo Gutiérrez, significaba acoger el don gratuito del amor de Dios y reconocerlo en la vida de los demás, especialmente en los que sufren. En sus palabras, «si no somos amados gratuitamente, la vida no tiene sentido», destacando así la centralidad de la gratuidad del amor divino en la teología y vida del fallecido sacerdote. Este mensaje de amor incondicional, según el arzobispo, fue una de las principales lecciones que Gutiérrez transmitió a todos los que lo conocieron

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