Tomás Collado, viator asociado

El municipio madrileño de La Hiruela ha sido un hervidero de gente durante la semana del 22 al 27 de julio. Y es que los 17 jóvenes del Campo de Voluntariado, organizado por Cáritas Diocesana de Madrid en colaboración con los viatores que atienden la parroquia -sacerdotes, laicos y religiosos- y el ayuntamiento de la localidad, han estado realizando una experiencia de voluntariado. En concreto, se han encargado de un campamento urbano para los más pequeños del pueblo, y de otras dos localidades cercanas: Puebla y Montejo de la Sierra. Al mismo tiempo, han atendido a la población mayor del lugar, en jornada de mañana y tarde, con diferentes actividades lúdicas. Se han encargado de la emisora Radio Viator La Hiruela que, desde el coro de la iglesia parroquial, ha funcionado las 24 horas del día, emitiendo música, y, en horario de tarde, un programa elaborado por los jóvenes. Y, además, han ayudado a los obreros en la rehabilitación de la conocida como ‘casa del cura’, un espacio perteneciente a la parroquia y que se quiere transformar en un modesto albergue para los peregrinos del Camino del Anillo. Todo ello, en un ambiente en el que la alegría y el buen humor se han dado de la mano, junto con los momentos de oración y, por qué no, también de cansancio.

Tomás Collado García es un laico consagrado viator que, desde que Fernando Sanz fuera nombrado párroco de la zona, forma parte del equipo de los viatores que le acompaña, todos los fines de semana, para la atención pastoral de estos pueblos de la sierra norte madrileña. «Para nosotros, los viatores, -explica-, esta experiencia de Campo de Voluntariado en La Hiruela ha sido muy importante. Yo destacaría sobre todo el hecho de poder contactar con jóvenes que en su mayoría son cristianos, y que han podido acercarse a un ámbito rural donde nosotros estamos trabajando y en el que hay ausencia de jóvenes. Por lo tanto, yo me quedaría con esa experiencia de acercamiento, de trato con jóvenes, y a través de este Campo de Voluntariado. Sin olvidar la diversidad, ya que los jóvenes que han participado venían de diferentes lugares, de distintas realidades, y, a pesar de eso, han hecho muy buen grupo entre ellos».

«Para los vecinos del pueblo -asegura-, especialmente para los mayores, ha sido muy enriquecedor, porque han tenido la oportunidad de contactar con ellos, de realizar actividades, de compartir, de pasar tiempo juntos. Hay que tener en cuenta que en este ámbito rural hay mucha soledad, y durante estos días los mayores han estado acompañados». «Los jóvenes -afirma Tomás- se han marchado muy contentos, porque han vivido unos días poniendo en práctica ese voluntariado de ayuda, de compartir, en contacto con la naturaleza, realizando actividades para los niños pequeños, para los mayores… Y es que han atendido un campamento urbano, un programa de radio, han estado contribuyendo a la rehabilitación de una pequeñita ‘casa del cura’  en La Hiruela… Pero también  ha habido tiempo para excursiones, para ir a la piscina, y para compartir ideas y reflexiones».


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